Romance del pecado del amor.
En 1112, cuando las tropas de doña Urraca, reina de León, se acercaban a Astorga para enfrentarse con las tropas de don Alfonso, rey de Aragón, según cuenta “Potestas”, la novela de Julio Arbesú, el joven conde don Gonzalo Peláez y la infanta doña Sancha comenten lo que entonces era un pecado. El romance lo canta con tintes dramáticos.
Un videoclip de Pelayo Fernández.
Intérpretes: Marta Pardo, Jaime González y Pelayo Fernández.
Canta Pelayo Fernández.
Letra, música y guitarra de Julio Arbesú.
Audio grabado en el estudio Asturcón con Alberto del Mazo.
Un videoclip de Pelayo Fernández.
Intérpretes: Marta Pardo, Jaime González y Pelayo Fernández.
Canta Pelayo Fernández.
Letra, música y guitarra de Julio Arbesú.
Audio grabado en el estudio Asturcón con Alberto del Mazo.
ROMANCE DEL PECADO DE AMOR
Romancero de “Potestas”
Es mocita casadera
la princesa de León,
nada sabe de este mundo,
de los hombres no conoz,
muy joven es doña Sancha
y muy medrosa de Dios.
Que la escolte don Gonzalo,
caballero de valor,
es lo que manda la reina
y don Gonzalo cumplió,
víspera de la batalla
contra Alfonso de Aragón,
presentimientos de muerte
en cuanto se marcha el sol.
Por olvidar, los soldados
beben vino sin control,
muchos de ellos morirán
y ninguno lo olvidó.
Para dormir la princesa
nada más hay que un jergón
en una cabaña pobre
que huele a condenación,
con tiniebla de fantasmas,
y ánimas alrededor.
Ella sola no se duerme.
“Don Gonzalo, por favor,
si supierais cómo tiemblo
con espantoso temblor,
vos buscarais compañía,
de mujer, no de varón.”
“Mujeres non hay, señora,
a no ser de las que son
vendedoras de su cuerpo,
de muy mala condición.”
“Pues de esas no me valen,
quiero que me fabléis vos.”
Una hora están fablando,
pasan platicando dos
y a la tercera cometen
dulce pecado de amor.
“Don Gonzalo,¿qué me haces?”
“¿Qué quieres que faga yo?
No soy de piedra, princesa,
soy de carne con ardor,
desvirguete y pagaré
por esta tan gran traición
al mandato de la reina,
cuando sepa qué pasó.”
“No lo ha de saber, Gonzalo,
bésame más y mejor,
este secreto gozoso,
esta tan furtiva unión,
no fue solo culpa tuya,
también de mi corazón.
Fáblame más a la oreja,
arrímame tu calor,
no me dejes que recuerde
las penas del pecador,
el más delicioso olvido
es esta noche de nos.
Mañana, la penitencia,
mañana, tribulación,
mañana reirá el demonio
al saber que nos ganó.
Mientras no nos cante el gallo,
nuestro pecado es de amor.”
Romancero de “Potestas”
Es mocita casadera
la princesa de León,
nada sabe de este mundo,
de los hombres no conoz,
muy joven es doña Sancha
y muy medrosa de Dios.
Que la escolte don Gonzalo,
caballero de valor,
es lo que manda la reina
y don Gonzalo cumplió,
víspera de la batalla
contra Alfonso de Aragón,
presentimientos de muerte
en cuanto se marcha el sol.
Por olvidar, los soldados
beben vino sin control,
muchos de ellos morirán
y ninguno lo olvidó.
Para dormir la princesa
nada más hay que un jergón
en una cabaña pobre
que huele a condenación,
con tiniebla de fantasmas,
y ánimas alrededor.
Ella sola no se duerme.
“Don Gonzalo, por favor,
si supierais cómo tiemblo
con espantoso temblor,
vos buscarais compañía,
de mujer, no de varón.”
“Mujeres non hay, señora,
a no ser de las que son
vendedoras de su cuerpo,
de muy mala condición.”
“Pues de esas no me valen,
quiero que me fabléis vos.”
Una hora están fablando,
pasan platicando dos
y a la tercera cometen
dulce pecado de amor.
“Don Gonzalo,¿qué me haces?”
“¿Qué quieres que faga yo?
No soy de piedra, princesa,
soy de carne con ardor,
desvirguete y pagaré
por esta tan gran traición
al mandato de la reina,
cuando sepa qué pasó.”
“No lo ha de saber, Gonzalo,
bésame más y mejor,
este secreto gozoso,
esta tan furtiva unión,
no fue solo culpa tuya,
también de mi corazón.
Fáblame más a la oreja,
arrímame tu calor,
no me dejes que recuerde
las penas del pecador,
el más delicioso olvido
es esta noche de nos.
Mañana, la penitencia,
mañana, tribulación,
mañana reirá el demonio
al saber que nos ganó.
Mientras no nos cante el gallo,
nuestro pecado es de amor.”